domingo, 3 de abril de 2011

Cap.15: Los prejuicios y las vanidades.

Mi Buen amigo Juan Carlos:

Estoy seguro que debes recordar a Enrique H. cuando sólo era un comunicador social recién graduado y sin expectativas. Hoy en día es un aclamado Director de cortometrajes y fotógrafo profesional. Exitoso con las mujeres como si de su cuerpo despidiera feromonas diseñadas por Armani. Todavía, a pesar de su opulencia, es un buen amigo pero esta semana me hizo una propuesta que no quería escuchar jamás de él.

-Jack, necesito que seas mi modelo principal para la sesión de fotos que tendré este sábado. En verdad requiero alguien delgado así como tú – Me dijo mientras me tomaba un delicioso café en Havanna’s, el cual casi escupí. – No te preocupes, no estarás solo. Tu mejor amigo Arthur estará ahí también, ya sabes lo cotizado que es él, tuve suerte de conseguirlo para mi sesión - Entonces se retiró con una sonrisa de victoria mientras atropellaba mis palabras en un mar de dislexia excusándome para tratar de no aceptar. Cosa que no entendió ni se preocupó en hacerlo.

Al día siguiente, después de salir de la oficina me encontraba con una franela de rayas horizontales blancas y negras Gucci (Lo más “Avant Garde” que tenía en mi armario). Me dirigí hacia un lujoso edificio en La Castellana para una prueba de cámara y vestuario, allí estaba, rodeado de un montón de modelos en sus diecinueve o veinte años con cuerpos esculturales y actitud despreocupada. “¡Maldita sea! ¿Por qué yo no tengo los brazos así?” Me preguntaba y a la vez me lamentaba no haberme puesto una camisa manga larga. Caminé en la búsqueda de Enrique H. sintiéndome la cosa más insignificante existente en esa gran y luminosa habitación llena de dioses griegos, ajenos a mi religión (la cual no tengo).

Entonces vi a Arthur, pobre alma la suya, mirando melancólicamente al vacío intentado escapar por una ventana imaginaria de lo frívola que se había convertido su vida. Todos los presentes se le acercaban, iniciaban una conversación acerca de rutinas en el gimnasio, zapatos de diseñador, nombres de la crema y nata de la sociedad caraqueña y viajes al extranjero. Arthur maldecía su hermosa apariencia, de proporciones perfectas cada vez que se observaba en un espejo.

-Dime, amigo mío- Le pregunté salvándolo de las charlas de sanguijuelas vanidosas a lo cual profirió una verdadera sonrisa y no una fingida como lo había hecho antes– ¿Cómo alguien graduado con honores en Filosofía termina convirtiéndose en el Super Modelo Venezolano?

-Pues un hombre tiene que pagar las cuentas, el alquiler, el condominio, el mercado- Me dijo observándome con ira reprimida - No hay filosofía en la supervivencia del citadino, sólo sentido común.

-¿Y entonces por qué lo detestas tanto? – Pregunté.

-Porque el ser humano se vuelve idiota con el solo hecho de estar cerca de lo que él cree belleza, entonces su mente se cierra y no quiere saber más. ¿Acaso te ha interesado lo que sucede después de un final feliz o sólo permites que te relaje como si fuera un suero para dormir?

Los siguientes días estuve analizando las palabras de Arthur. ¿Qué es lo que consideramos belleza y por qué tenemos tantos prejuicios acerca de ella? Nunca mejor dicha esa pregunta porque en ese momento Magnolia manejaba su Mini Cooper por Chacao, hablándome sobre una aventura sexual y escapada a la playa cuando casi chocamos con un carro que manejaba en retro sin siquiera su conductor mirar atrás.

-¡Ah, pero claro!- Dijo Magnolia después de vomitar un montón de palabras desagradables – Eso va responder a tu pregunta, Jack- Y me señaló al famoso piloto. Una mujer extremadamente maquillada, voluptuosa y con uñas afiladas como la reencarnación de un súcubo.

- Si… tienes razón- Decía aún hipnotizado por la sensualidad de aquella mujer – No deberían permitirles manejar.

Por otra parte Magnolia me acompañaba al centro comercial en el cual tendría la infame sesión que ya me estaba provocando dolores de cabeza y miradas al espejo similares a las de Arthur, sólo que por las razones contrarias. Habíamos entrado a mi librería favorita en la caza de algunos escritos que me sacaran de dudas acerca de la belleza física y la condición del ser humano con respecto a ella pero lo que pude conseguir fue un regaño de Oscar Wilde diciéndome “La belleza es muy superior al genio. No necesita explicación”. Y justo al salir me detuve en el más grande anaquel de revistas que haya visto, repleto de hombres y mujeres llenos de complejos observando a hombres y mujeres impresos en fotos perfectas también llenos de complejos, como un largo y fastidioso circulo vicioso. Entonces pude observar un libro coleado entre tanta vanidad: “El Maestro y Margarita” olvidado por algún comprador arrepentido. Solitario ante fuentes de lectura más populares entre las nuevas generaciones. Así me sentía yo, como aquel solitario y gris libro rodeado de luminosas fotografías que serían más deseadas por las multitudes.

Pero al salir me di cuenta que no era el único, este país es famoso por sus hermosas mujeres, salones de belleza, compras masivas en cosméticos y tratamientos para el cabello. Y es cierto que el venezolano real se preocupa por su apariencia en una medida un poco más intensa que otras culturas. Pero al final no somos un cliché y terminamos observando con cierto recelo las vitrinas de las tiendas, juzgando a quienes se ven mejor que nosotros, discriminando a la Miss de turno, preferimos usar un atuendo “cómodo” comprado en el Mercado del Cementerio y comer unos patacones con mucha salsa así no seamos zulianos.

-Caracas está llena de maniquíes- Murmuré.

-Lo sé- Dijo Magnolia mirando un vestido rojo como si hubiera encontrado al amor de su vida – ¿Pero para qué sentirse amenazado por una estatua de plástico si al final carecen de lo que más nos interesa?

-¿Cerebro?

-Mira un poco más abajo, cariño – Dijo con una sonrisa maliciosa. Por eso Adoro tanto a Magnolia, me gustaría que la conocieras.

Ya en el lugar mi corazón latía como los tambores de Barlovento, pues me habían dado la noticia de que aparecería en unas cuantas vallas de la ciudad. Arthur me dio algunos consejos sobre el manejo en la cámara y la geometría en las poses. Cosa que me entró por un oído y salió por el otro. Entonces se nos acercó una chica rubia idéntica a una de las ninfas que se me aparecen en sueños, ya estaba resignado a que se acercaría a Arthur con alguna pregunta sacada de un test de personalidad de Cosmopolitan.

-Tú eres Jack D’ Nottingham, el escritor novato – Dijo con una suave voz – Yo soy tu gran admiradora – Yo miraba a Arthur quien se alejó escondiendo una carcajada.

- Si como escritor te refieres a mi blog…

-Pues todo artista tiene un comienzo, y tu lo estas forjando maravillosamente- Me interrumpió mostrándome unos dientes perfectos- Ojalá yo pudiera escribir como tú, pero soy muy tonta o impaciente. A veces me gusta olvidar el caos de esta ciudad y refugiarme en palabras maravillosamente ordenadas que crean frases ingeniosas. Hace cinco minutos acabo de comprarme un libro llamado “El Maestro y Margarita”, me pareció curioso el hecho de que estaba en un anaquel de revistas. Como si me pidiera que lo sacara de tantas vanidades juntas.

De pronto todos los prejuicios que tenía fueron removidos como si me halaran del pié para calmarme un calambre. Y disfruté por un momento ser un modelo, estar rodeado de gente que tiene muchos atributos pero a la vez bastantes carencias. Pero en fin, gente hermosa.

Y culmino esta larga carta con una frase de Ana María Simon en su cuenta de Twitter:

“La belleza es tu cabeza”.

Tu amigo.



1 comentario:

Katherinna dijo...

herma ame me gusto mucho esta historia... :D sigue asi, espero la de katherina