domingo, 15 de mayo de 2011

Capítulo 19. De los Temores al Hablar de Sexo.

Mi buen amigo Juan Carlos:

El viernes pasado Dimitri conoció a una mujer hermosa en uno de los tantos chats de internet a los que está suscrito. Hablaron por horas hasta el amanecer y durante los siguientes días aprendieron detalles de la personalidad del otro, compartieron fotografías, video llamadas, música e intereses por lo “Geek”. Luego de una semana decidieron ir al cine a ver una película de superhéroes. Ella era hermosa e inteligente sin lugar a dudas.

-Reservé una entrada más – Dijo ella con una tierna mirada de vergüenza – Espero que no te moleste.

Dimitri entonces pensó que estaría teniendo una cita con una madre soltera o incluso con alguien mucho menor que él quien tendría que salir con chaperón. Casi al instante apareció un hombre musculoso de tez morena y sonrisa luminosa, saludando a Melanie (así se llamaba ella) con un beso en la boca.

-Él es mi novio – Dijo ella abrazando al hombre – Su nombre es Richard. Cariño, conoce a Dimitri.

-Es un verdadero placer conocerte, Dimitri – Dijo Richard dando un nervioso apretón de manos – Temía que se tratara de un hombre obeso, con cicatrices o con aspecto de delincuente. Pero Melanie me ha hablado de ti, me dijo que eras un hombre gentil.

Dimitri no sabía qué decir, cómo reaccionar o incluso en cual posición debía colocar sus manos. Si en el bolsillo o cruzarlas. Lo único que estaba seguro es que sus ojos buscaban desesperadamente la ubicación de la salida de emergencias en aquel lugar.

-Buscaban a un tercero – Me dijo al día siguiente – Querían una especie de Menage a Trois.

Bebía su café con molestia reprimida. Como si le avergonzara haber estado en tal situación. Después de hacer un esfuerzo sobrehumano por no reírme o burlarme le pregunté.

-¿Pero… era eso lo que buscabas?

-¡Por supuesto que no! – Escupió las palabras – Bastardos, mantuvieron todo en secreto. Seguramente se estaban burlando de mí. Yo pensé que había conocido a una mujer encantadora, alguien con quien por fin compartir mis solitarias noches y quizá de una vez echar raíces. Ya es momento en el que me debo sentar a pensar al respecto, ahora más que nunca.

-Ahora casi todo el mundo se conoce por internet – Reflexioné – Parece que las citas a ciegas están a la orden del día. Es normal salir decepcionado de semejantes modalidades. Pero no logro recordar cómo iniciabas un romance antes, cuando no había internet.

-Te pido por favor que no le comentes a los demás, me moriría de vergüenza – Me dijo a la vez que anotaba algunas cosas en su teléfono móvil.

- ¿Por qué habrías de apenarte? Estamos en la gran ciudad y en un nuevo siglo, los prejuicios sexuales son cosa del pasado. Y lo más importante, no me has dicho si lo hiciste o no.


Días después estuve pensando sobre la situación de Dimitri y mucho más acerca de su rubor por comentarme de asuntos sexuales. Es comprensible que uno no puede estar comentando sus experiencias íntimas a cualquier extraño que se cruce en la calle pero ¿Por qué no a su mejor amigo? ¿Es que no era sólo él? ¿Acaso todavía existen temores a expresar libremente la sexualidad humana? Si bien es cierto que el sexo ya no es un tema Tabú en la sociedad actual ciertos comportamientos en las relaciones sexuales aún lo son. Todavía es mal visto hablar sobre tríos, orgías, accesorios sexuales o sado masoquismo, entre otros ¿Tú qué piensas, mi buen amigo?

Al día siguiente decidí investigar más a fondo el asunto. Estaba en la tienda Kama-Sutra de Altamira que irónicamente queda frente a una funeraria. Estaba con Magnolia quien escogía unos juguetes sexuales que estrenaría esa noche con un chico con quien llevaba semanas saliendo.

-¿Has tenido algún trío? – Le pregunté así como quien pregunta cómo está el clima.

-¡Por supuesto, cariño! – Dijo ella animadamente – Esta mañana tuve uno con dos amigos.

- ¿Y qué tal te fue? – Pregunté ahogando una carcajada.

-Amor, yo era la única mujer – Y me guiñó un ojo.

No pude evitar notar las miradas despectivas ante nuestra conversación del hombre que pagaba en la caja registradora un látigo de cuero junto a dos paquetes de condones extra grandes. O la mujer de avanzada edad quien tenía la caja de un vibrador en una mano y unos sostenes comestibles en la otra.

-Como si no fuera suficiente discriminarnos por nuestra ideología política en este país ahora no podemos hablar de sexo ni en un lugar que es una alegoría de ello – Musité.

-No te preocupes – Dijo Magnolia con una sonrisa en sus labios carnosos – La sociedad no te limita sino tú mismo. Las malas miradas no hacen daño sino cuando quieres que lo hagan.

Un poco más tarde estaba cenando junto a Magnolia, Dimitri y Arthur muy cómodamente en la Cuadra Gastronómica de Caracas, había salido el tema de la decepción online a colación pero respeté la identidad anónima de mi amigo así que me atribuí el protagonismo de la situación así como mi inquietud por los prejuicios al respecto.

-Creo que estás confundiendo muchos asuntos, Jack – Dijo Arthur, cuya opinión me interesaba pues él es filósofo – Magnolia tiene razón, la sociedad en sí no te limita, no es un ente tiránico inquisidor. El individuo es víctima de sus propios temores o sus libertades. Somos seres dinámicos, no todo el tiempo estaremos en una línea de pensamiento.

-¿A qué te refieres? – Preguntó Dimitri.

-Es un juego de roles – Continuó Arthur incómodo porque había notado que las mesoneras del lugar estaban babeándose por él – Unas veces tú eres el discriminado y otras veces el discriminador.

- En todo caso no creo que el sexo sea ya un tabú, incluso las preferencias sexuales lo están dejando de ser – Dijo Magnolia levantando su copa de vino tinto – Yo le echo la culpa muy agradecida a HBO y brindo por eso.

Luego de otras conversaciones triviales y cambios repentinos de tema pude notar el semblante melancólico de Dimitri que ni siquiera posaba sus ojos celestes a su teléfono celular como era su costumbre sino que observaba al vacío, perdido en sus pensamientos. Y entonces recordé lo que había dicho días atrás. “Alguien con quien por fin compartir mis solitarias noches y quizá de una vez echar raíces. Ya es momento en el que me debo sentar a pensar al respecto, ahora más que nunca.” ¿Por qué habría de decir eso?

En ese momento entró Elizabeth con la actitud de la más hiperactiva animadora de televisión en el país y un pastel de chocolate en sus manos, nos sonrió y comenzó a cantarle a Dimitri el cumpleaños feliz. Todos intercambiamos miradas de sorpresa ¿Cómo se nos pudo haber olvidado? Lanzamos unas cuantas carcajadas y comenzamos a cantar. Dimitri me comentó después que él se había dado cuenta de nuestra desfachatez pero en ese momento nos amó más que antes, porque los verdaderos amigos están con uno sin sentirse obligados por fechas importantes. Pero yo había notado algo más importante. Desde ese momento Dimitri comenzó a mirar con otros ojos a Elizabeth aunque ni él mismo se ha dado cuenta.

Tu amigo.


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