viernes, 9 de octubre de 2009

Cap. 2: De Los Orígenes de Jack y su Primer Final Feliz


Natalie era una mujer sentimental, la palabra cursi podía describir su personalidad sin menospreciarla. Provenía de una familia francesa numerosa que su matriarca controlaba con mano dura. Siempre tuvo el sueño de convertirse en princesa y ser rescatada hacia un mundo ostentoso de colores rosa, permanentes en sus cabellos castaño oscuro, hombreras elegantes, discos de acetato de Natusha y dramas de cuentos de hadas.

Iván era un hombre común, parrandero y mujeriego. Trabajador desde muy temprana edad, no había algo más gratificante para él que sudar la gota gorda para poder costearse sus cervezas al lado de la mujer que le gustara bajo el fondo musical de Queen o The Police.

Iván y Natalie se conocieron al son de la música disco una Semana Santa en una de las hermosas playas de Puerto la Cruz. Realizaron el típico ritual de cortejo: cruce de miradas, invitación a bailar, compartir tragos de ginebra, conversaciones triviales y luego el beso. Natalie sintió que se le movía el piso
“¿Será este el tan esperado amor de mi vida?” pensaba ella; Iván sólo podía pensar “¡Esta chica sí besa rico!”.

El intenso romance dio paso a una relación más formal. Eran la pareja más adorada y envidiada, el amor que se tenían era inspirador para cualquier poeta. Entre tantas salidas, fiestas, borracheras, un viaje a la olvidada Nottingham, Natalie no se estaba cuidando, Iván olvidó los preservativos y producto del amor o de la pasión desesperada engendraron a un bebé.

Lucía era compañera de trabajo de Iván, había sido eterna rival de Natalie aunque no estaba enterada de la relación de noviazgo entre estos dos. Siempre veía llegar a aquel hombre a laborar con muy buena disposición y con una sonrisa impecable.
“Sería tan feliz si yo estuviera con un hombre así” pensaba todos los días, y como si el pensamiento se hubiera convertido en un fuerte deseo, para su sorpresa Iván comenzó a coquetear con aquella hermosa rubia.

Fue un lúgubre día cuando Iván abandonó su vida amorosa con Natalie, quien estaba embarazada, para casarse con Lucía a pesar de sus múltiples inseguridades. La lluvia no cesaba, Lucía esperaba por encima del tiempo con su vestido blanco (Que ya le empezaba a dar calor), estaba a punto de irse decepcionada cuando llegó Iván empapado, con una mirada suplicante diciéndole
“Te Amo”. Natalie solo podía llorar desde la lejana Nottingham, donde gestaba a su primer hijo.

Días después nació el bebé, Natalie decidió llamarlo Jack y no con el nombre de su padre porque le parecería una tortura amargar los recuerdos del amor de su vida cada vez que llamara a su hijo.

Jack fue creciendo bajo la crianza de su familia francesa muy particular y la camaradería de su prima maliciosa y su primo salvaje, entre otros personajes. A menudo veía a su padre y a su rubia esposa, tan gentil con él que no podía entender el recelo de su madre.

Natalie se casó con Gregorio el Gordo por despecho y decepción, años después continuaba enamorada de Iván y le costó entender que la vida continuaba. Tal vez porque no sentía amor puro por su esposo era la explicación de tantas peleas. Esta vez llevaba la vida ostentosa que tanto soñaba, Gregorio era un banquero muy acaudalado y ella podía darse los lujos que deseaba. Pero era una mujer infeliz que desahogaba sus pensamientos con su hijo tal vez con la esperanza de que él la psicoanalizara. Aunque se despertaba de su fantasía al repetirse que Jack era muy niño. Ella lo amaba tanto, fue el producto de un verdadero y puro amor.

Pero Jack no era un niño común, a los dos años aprendió a leer, a los cinco ya podía analizar historias. No pudo evitar darse cuenta de la infelicidad de su madre por los abusos de Gregory el Gordo cuando la insultaba, cuando le pegaba, cuando la humillaba en público. Deseaba tanto regresar a la calidez de su inmensa familia francesa y dejar aquel frío apartamento lleno de libros y juguetes. Quería ver a su madre sonreír otra vez.

Natalie abandonó por primera vez a Gregory, lamentablemente no fue la última. Gregory el Gordo era un hombre obsesivo, cruel y neurótico, pero sagaz e inteligente y rápidamente lograba seducir a Natalie para que volviera con él, ya que valiéndose de medios lícitos o ilícitos. Jack tenía unas ganas horribles de desaparecer en la arboleda del patio de la casa de sus abuelos y no saber nada más de peleas, humillaciones, amores secretos, reconciliaciones o una hermanita en camino. Era demasiada información para un niño, tal vez podía huir nuevamente a la lejana Nottingham donde sus ojos se abrieron por primera vez.

Jack fue obligado a decirle “Papá” a Gregory el Gordo, esto entristeció enormemente a Iván quien conocía la infelicidad de Natalie ya que la veía reflejada en su hijo. Cuando nació Katterina las tensiones aumentaron, los abusos de Gregory eran cada vez superiores. Natalie abandonó el hogar con sus hijos la noche en que llegó a su casa, notó todo destrozado, su ropa rasgada y una nota en la pared escrita con pintura de labios diciendo “TE VOY A MATAR PERRA”. Pero una caución policial no impide a un psicópata dejar notas por correo o publicar anuncios en periódico de media página diciendo “PERDÓNAME” o “MI AMOR ES GRANDE Y TE NECESITO”.

Natalie no podía más, sentía que su espacio libre se reducía y se sintió impotente cuando la llamaron del preescolar avisándole que su padre habría pasado por Katterina pero que no le permitieron llevársela. Aquel fin de semana Gregory fue a buscar a Jack al colegio, le dijo que su madre había salido de viaje y que estarían todo el fin de semana juntos. Jack no se sorprendió ni se lamentó, todo le parecía normal. Un tiempo donde estuvo en parques de diversiones, exposiciones de libros infantiles y playas. ¿Pero qué niño puede sospechar que está siendo secuestrado cuando está disfrutando con un padrastro al que no quería pero tenía que aceptar? Hasta que llegó un momento donde a pesar de su inocencia infantil Jack sintió que algo no estaba bien.

-¿Dónde está mi mamá?- Preguntó.
-Te dije que está de viaje.
-¿Y cuándo regresa ella? ¿Cuándo me dejarás en casa de mi abuela?

Esa noche Jack se despertó debido a los gritos de Gregory el Gordo hablando por teléfono escupiendo palabras ininteligibles. Al día siguiente Gregory y Jack fueron a la Playa de Puerto Píritu. Era domingo y estaba atestada de gente. Jack no se dio cuenta mientras se bañaba que había perdido de vista a Gregory el Gordo, quien no había dicho palabra alguna en toda la mañana. Era demasiada gente, no sabía a quién preguntar, llorar sería desperdiciar energía y necesitaba encontrar una salida. Pero se sentía tan pequeño, olvidado, aislado de todo lo que conocía. Ya no habrían más panqueques en la mañana, puré de papas de la abuela, sus primos, nada. Tan solo y rodeado de tanta gente, como seguiría sintiéndose por el resto de su vida. De repente como por arte de magia apareció ante su vista borrosa por las lágrimas su madre con una expresión indescriptible acompañada de unos policías y dos de sus hermanos.

Jack no supo más de Gregory el Gordo hasta muchos años después. Luego de dos meses Natalie le comenta a su hijo que emprenderán una nueva vida en un lugar lejano. El destino: Puerto Ordaz. Una ciudad que Jack no conocía ni en los mapas que tanto le gustaban. Se sintió con miedo, mucha inseguridad y nostalgia, pero feliz. Ya no habría más de Gregory el Gordo, sólo era su madre, su hermana y él.

Este fue el primer final feliz de Jack de Nottingham.

1 comentario:

Ludwig Laborda dijo...

Wow!! q fuerte... sigh!